Experiencia de Dios – Espiritualidad
El proyecto de vida expresa los rasgos que identifican la espiritualidad de la Mercedaria Misionera:
- Experiencia del Dios de Jesús, Padre-Madre de misericordia, de vida, de ternura y de libertad “que ve, que escucha y conoce el clamor de su pueblo y baja a liberarlo”
- Experiencia interior de Jesús de Nazaret que anuncia la Buena Nueva y que se entrega “hasta dar la vida”, como expresión máxima de amor redentor, por la liberación del hombre y la mujer cautivos con quienes se identifica.
- Experiencia de la presencia del Espíritu Santo que nos configura con Cristo liberador y anima nuestra vocación, espiritualidad, fraternidad y misión.
- Experiencia de Iglesia, comunidad de amor, que expresa su vida y misión al servicio del reino de Dios como anunciadora y testigo de la palabra de Dios, comprometida, de frontera, encarnada, inculturada y ecuménica.
- Experiencia de María como merced, misericordia y ternura de Dios para la humanidad y signo paradigmático de mujer que canta y proclama proféticamente el misterio de la gracia salvadora de Dios en su Magnificat.
- Amor a María como Madre, primera discípula de Jesús y maestra de vida espiritual.

- Participación de la experiencia espiritual de nuestra hermana Lutgarda: Aprendemos su fidelidad a la historia desde la oración encarnada en la realidad que le rodea. De ella también aprendemos a discernir y a realizar la voluntad de Dios, confiada en su providencia y a acogerse a María de la Merced como hija en el discipulado de Jesús Liberador.
- Sentido de pertenencia y afecto profundo a la familia Mercedaria desde el conocimiento y valoración de Lutgarda Mas i Mateu, San Pedro Nolasco, Santa María de Cervelló y demás hermanas y hermanos que nos has precedido en esta misión liberadora y nos unen a su historia y tradiciones.
- Pasión por el Reino, expresada en la voluntad decidida de participar en la misión Evangelizadora de la Iglesia con profunda libertad y disponibilidad para ser enviadas a cualquier parte del mundo.
- Sensibilidad especial de amor y misericordia ante toda situación que esclaviza al ser humano, descubriendo a Jesús en los oprimidos a causa de la ignorancia, de la injusticia y de la falta de fe.
- Vivir en actitud permanente de conversión al amor y misericordia del Padre manifestado en Jesús, desde la palabra de Dios.
- Oración personal y comunitaria, tiempo privilegiado del encuentro con Dios y expresión de la amistad con Cristo redentor. Es fuente de crecimiento de nuestra espiritualidad y nos lleva a la entrega “hasta la vida”.
- Vivir y celebrar comunitariamente la fe: en la eucaristía, corazón de la vida cristiana, en la liturgia de las Horas – Laudes y vísperas en comunión-, en la celebración de los sacramentos de la reconciliación; y demás sacramentos, así como los tiempos litúrgicos que tienen su culmen en la Pascua.
- Celebrar con entusiasmo y creatividad las festividades marianas y mercedarias, como patrimonio espiritual, impulsan y renuevan nuestra identidad carismática. Crecer en el conocimiento y amor a María mediante la formación y tiempos de oración.
- Diariamente hacer el examen de conciencia. Priorizar tiempos fuertes de encuentro con el Dios de la misericordia y de la fidelidad, en el retiro mensual y en los Ejercicios Espirituales anuales.